viernes, 12 de diciembre de 2008

Delantero de gran cilindrada

La última perla dorada de Lezama, Fernando Llorente, ha sabido aprovechar su momento. Cuestionado durante unas cuantas campañas, por fin ha explotado y está siendo el jugador de moda de la plantilla y una de las sensaciones de la Liga.

Su corpulencia y estatura quizá no le han ayudado en esto del fútbol. Demasiado alto, demasiado lento en ocasiones, demasiado tanque para ser un ratón de área. Esas, junto a la perenne comparación con sus predecesores en el cargo (por ejemplo Urzaiz) le han puesto en muchas ocasiones en el punto de mira de la afición bilbaína. Pero ha sabido convertir lo que muchos calificaban como defectos en virtudes.

Pese a todo Llorente ha demostrado que no es uno más de los muchos y buenos futbolistas criados en Lezama. Él tiene algo especial. Tiene instinto, tiene agilidad y parece que, además tiene pegada. Los dos goles anotados ante el Numancia resumen parte de sus virtudes. La cabeza (justificada en sus 193 centímetros) y la pegada. San Mamés ya le aúpa a sus altares. Es el nuevo salvador, el nuevo León de La Catedral.

Con seis goles en la presente temporada (cinco en liga y uno en copa), Llorente representa un tercio de la capacidad ofensiva bilbaína. Sus goles siempre acarrean puntos y, tras estos primeros 13 partidos, parece que esta va a ser la temporada en la que definitivamente rompa su techo y se consagre como el delantero que el Athletic necesita.

En su quinta temporada en el primer equipo ha conseguido ya la continuidad que reclamaba desde hace tiempo. Se ha ganado a base de trabajo un puesto que hasta el curso pasado compartía. Casi siempre era o el primero en entrar desde el banquillo, o el primero en salir del campo. Quizá fue la forma en que Caparrós le exigió un salto de nivel que, afortunadamente para el Athletic, ya ha dado. La llamada de Del Bosque también ratifica su evolución.

Ahora hay que buscarle su pareja de baile. ¿Por quién apostáis?

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